
La mujer de Lot, miró hacia atrás, añorando todo lo que había construido por años y se convirtió en una estatua de sal...
Esa fue una de las historias bíblicas que más me quedó dando vueltas en la cabeza. La orden de los ángeles, al salvar a
Lot y su familia de la gran destrucción que vendría, fue: no miren hacia atrás y ella, desobedeció. Yo encontraba injusto que se hubiera convertido en sal, me colocaba en su lugar y pensaba en lo difícil que debió ser partir, dejarlo todo, ir de lo cierto a lo incierto y...no mirar hacia atrás. Yo no sentía ese como un acto de desobediencia, aunque la biblia así lo relatara. ¿qué era entonces? ¿falta de fe?.
Hoy me vino a la mente esa historia y es curioso porque enseñando Historia, vivo constantemente viendo hacia atrás, al pasado, cercan o lejano, salto de siglo en siglo, explicando conductas humanas, retomando aciertos y errores de nuestra especie, procurando, como dijo
Marc Bloch "entender el presente por el pasado".
A algunos nos cuesta no mirar hacia atrás y analizar ¿qué hicimos bien, qué hicimos mal? Nos topamos con nuevas circunstancias y de
repente viajamos en un haz de segundos al pasado, a donde sentimos parecido y nos cuestionamos al momento de actuar y una parte se nos convierte en sal.
A veces me falta la fe.
¿Cómo
lanzarce de lo cierto a lo incierto?
¿Cómo arrojarse al vacío y tener la certeza de que alguien nos va a recoger en sus brazos?
Y cómo, ser como los niños que cuando uno juega con ellos y los lanza hacia arriba, lo disfrutan y se ríen a carcajadas, sin miedo, sabiendo que uno no los dejará caer.
Vuelvo
porfiadamente a la Historia y reviso y entiendo...porque se convirtió en sal. Uno se deshace un poco y se pierde cada vez que miramos atrás, porque aunque eso nos permite analizarnos y ser un poco más sabios, también nos hace perdernos y deshacernos. Perdernos de lo que viene, de avanzar, de la posibilidad y ¿no hay algo más hermoso que la POSIBILIDAD ?