Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o que pasó por mí;
solo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.
G. A. Becker
Quiero mi tiempo perdido...
He despertado del letargo en el que me sumí hace años y ahora ¡Quiero mi tiempo! No me arrepiento de haber amado, de haberle dado un lugar demasiado significante entre lo significativo y si miro hacia atrás entro como en un sopor, en un sitio turbio, se me hace una venda el espacio y mi tiempo...ha sido, fue demasiado tiempo invertido ¡quiero mi tiempo! No me arrepiento de mis hijas que son lo único que se puede palpar, no me arrepiento de mi último parto en el que no estuve...yo quería ese momento para nosotras. Ni de las veces en que esperé sabiendo que no llegaría, porque siempre había otros motivos, el amor podía esperar . Sólo, y lo digo en serio :
¡ Q u i e r o m i t i e m p o !
Hasta acepto las traiciones bajas y los sinsabores del regreso, la puerta que había que abrir de madrugada y el desgarro al oir ¡no te quiero!
Pero ¡válgame Dios! ¡Hay cosas, hay instantes que no recuerdo! Y me entra una angustia de la memoria, de la "sinmemoria" y no son los recuerdos, son los "norrecuerdos", de mis pequeñas, de mis padres, de mis amigas...
No me arrepiento de ir a lugares que no quería ir, de estar con personas que no quería estar, de escuchar cosas e intentar amarle, cuando ya no existía, no al menos ese, al que yo amaba.
La vagabunda sombra me posee y no me deja recordar, pone un haz de vapor sobre los ojos internos y me impide comprender ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Cuanto tiempo permanecí casi inerte?
Para todos estaba viva y yo, como en esos sueños donde despiertas y no te puedes mover, ¡gritaba y gritaba!
- ¿me escuchan? -
- ¿pueden oirme? -
- ¡estoy aquí! -
Y este cuerpo seguía haciendo cosas de vivos, y la mente iba haciendo de viva.
Ensordecí, perdí los sentidos, no sentía los gustos y puedo asegurar...no era amor.
Una vez más repito ¡QUIERO MI TIEMPO! Es lo único que lamento haber perdido.
Quiero el tiempo, para recorrerlo conciente, del oriente al occidente y detenerme y oirme desde adentro y decir: ¡aquí estoy! ¡no he muerto! ¡no me he ido!