La ciudad se ha oscurecido, se hizo de noche. Las noches tardan cada vez más en llegar y se hacen tan breves para descansar. Cuando
anochece es como si fueran dos noches: una breve y la otra noche es larga, tan larga, que me sofoca y pido al cielo que acabe. Cuando despierto, despierto de la noche breve y estoy cansada, muy cansada, pero en paz, por unos segundos conmigo misma, comienza el día.
Me lanzo sobre la noche larga y me rindo, viajo, viajo, viajo al pasado, al ayer, a antes de ayer, al domingo, al miércoles y al otro mes. Temo olvidar, temo olvidar, temo...tengo frío.