Quizás tengan razón y amar es doler
pero quién diablos quiere regresar
si lo que cuenta es aprender
que no está perdido aquello que no fue
Isamel Serrano
El fin de año en mi trabajo siempre es difícil, las cosas se tornan dolorosas debido a la situación económica y yo estoy en un cargo difícil, pues soy presidenta de un sindicato y trato que sea el menor número de personas (ojalá ninguno) las que tengan que irse. Por mucho que tratemos que el proceso sea llevadero, se torna inmensamente doloroso, ver como las personas se quiebran y reciben la noticia, pues detrás de cada persona hay una familia, años de trabajo y sueños.
Esto puede parecer raro, pero donde yo trabajo uno se quiere con la gente y se hacen lazos para toda la vida, se crían nuestros hijos, se comparten las muertes de los padres, hermanos y amigos, no es cualquier trabajo y uno no quiere irse .
Ayer fue un día de mierda y lloré muchísimo, porque yo soy de esa gente que vive de hacer lazos con todos, con los auxiliares de aseo, con las secretarias, con los profesores, las asistentes, los administrativos, los coordinadores, etc. Con todos ellos he compartido una mesa, celebrando un cumpleaños, una conversación de pasillo comentando cómo está el clima y cómo están sus familias, cada día detengo mi paso para darles un beso y un abrazo, echar un chiste y reírme de sus bromas, una tarde de paseo, una misa, un buen y un mal día...sé cuando han estado enfermos o cuando uno de sus familiares pasa un momento de dolor. Creo que en este mundo indolente y rápido vale la pena detenerse ¿para que correr? Vale la pena mirar de frente y no hacia el suelo, sonreír, disfrutar en las penurias...todos son mis iguales y todos son mis colegas, todos queremos ser escuchados, entonces ¿por qué no escuchar unos minutos?
He disfrutado ser parte de la organización de eventos de calidad, he disfrutado el pensar un colegio y ¿qué es educar? ... he sufrido el tener que decir "adiós".
A pesar de todo, puedo decir que siento que:
La buena gente se reconoce cuando nos tocan momentos difíciles que pasar,
sientes que te toman del brazo para que tus pies no resbalen y sigas hablando,
cuando un amigo coloca su mano en la espalda y te calma en la desesperación,
cuando no están de acuerdo contigo y te lo dicen cara a cara,
porque discuten contra tus ideas, no contra ti.
La buena gente se queda esperándote para que no te vayas solo,
te lleva a comer y te acompaña en la pena del desarraigo,
te busca y te sigue por si necesitas algo... toma el teléfono,
maravilloso invento, para decirte estoy rezando por ti.