jueves, 26 de febrero de 2009

Tarde en el hospital, a la espera en el pabellón quirúrgico

Esperar fuera de la sala de "Pabellón Quirúrgico" fue una verdadera agonía de incertidumbres. Ayer todo fue una carrera. Mi madre enfermó, con una fiebre alta y un dolor abdominal en el lado izquierdo que casi la hizo desmayarse. Mientras yo regresaba a casa del trabajo, me llamaron mi hermana y mi hija mayor, para contarme la situación y pedirme que me apurara para llevarla a la clínica. Mientras la trasladaba pensaba que sería una situación ambulatoria, es decir, que le darían un calmante, le recetarían algún antibiótico y reposo hasta recuperarse en casa. Pero la situación comenzó a empeorarse, la doctora que la atendió dijo que probablemente por la sintomatología que presentaba era una "diverticulitis" -diverti ¿qué? - pregunté - una inflamación y posible perforación de una divertículo o pequeña bolsita que se forma dentro del intestino grueso y colón. De los exámenes de sangre, que resultaron alterados con bacterias, pasamos al scanner y luego a la hospitalización. Luego del resultado del examen, la médico tratante decidió esperar unas 48 horas, para ver la evolución con el tratamiento de antibióticos, pero mi mamá pasó mala noche y la mañana fue aún peor, con mucho dolor, le hicieron un conteo de bacterias, estas habían aumentado a 20.0000, estaba a punto de hacer una septicemia.Se le planificó una cirugía para las 12:30 horas.
Nos dijeron que podíamos esperarla fuera de la sala de pabellón quirúrgico, yo había llevado un libro de Pablo Simoneti, para la espera. Dos horas dijeron que tardaría. Las sillas "incomodísimas", pero la verdad es que ninguna silla debe ser lo suficientemente cómoda para cuatro o cinco horas de estar sentada. ¿Cómo no teatralizar tal situación? Sentados con mi papá, que parecía un zombie, muy ido, preocupadísimo, pero con esa paz que lo caracteriza y que a veces nos altera, nos quedamos esperando, junto a otra familia. Las puertas de la sala de pabellón, que daba ingreso a varias salas de operaciones, se abría y se cerraba, un enfermero, supongo, sacaba y sacaba, cajas, bolsas, basura quirúrgica, supongo. Otros entraban a dejar pacientes, que también pasaban a cirujano. Las horas pasaban y nosotros no teníamos ni hambre, no fui al baño en todo el día y no tenía ganas. Abandonaron la sala tres pacientes y de mi mamá nada. Entre cada lectura que le daba a mi libro, me puse a contar los cuadraditos de la vieja pared de mosaicos con la que estaban revestidas la murallas, fue unos 30 años atrás, supongo. Nos quedamos solos, abandonaron la sala de espera todos los otros familiares con sus respectivos "operados" y de mi mamá ¡nada!. Pensaba:
- y si le pasó algo -
- no alcancé a despedirme -
- se me fue decirle que la quería mucho -
Retomaba el libro y avanzaba dos capítulos, mi papá dormitaba a mi lado y entre pestañeo y pestañeo, ambos contestábamos los celurares, informando y repitiendo toda la travesía desde ayer hasta hoy. Casi no conversábamos, sólo esperábamos - qué pasaría por la cabeza de mi papa? - En diciembre, celebraron su aniversario número 40, hace una semana regresaron de vacaciones en el campo chileno, celebramos el cumpleaños de mi sobrino, en fin ¡Qué cresta!

Mi mamá no salía del pabellón, giraba mi trasero en la silla con las piernas cruzadas, no me colocaba de pie, porque tenía esa sensación que me iba a desvanecer si lo hacía. Cómo a las 17:30 se asomó un doctor y dijo -¿quién es el esposo de la Sra. Mirta? - Mi papá, se paró como un resorte - yo - El doctor le dijo que pasara, pues mi mamá lo estaba llamando. Tuve que esperar una media hora más. Salió a las 18:00 de la sala de pabellón y la llevaron a su habitación.

Todo ha salido bien hasta ahora, se encuentra en el hospital, solita y eso me preocupa, porque no le gusta estar sola y nunca se separa de mi papá, van a todos lados juntos. Esperamos que se recupere pronto de una operación complicada (le sacaron casi la mitad del colón).

Ahora es muy tarde, pero no puedo dormir, quisiera estar a su lado, velando su sueño y tomando sus manos grandes y generosas, siempre bien cuidadas, aunque hacen el aseo de una gran casa y amasan ricos queques y cosas dulces. Quiero reírme de sus exajeraciones y de sus porfiadeses.

¡Ya, no escribo más! Me dio sueño, dormiré que mañana me espera otro largo día.

4 comentarios:

DaliaNegra dijo...

Vengo de lo de Pato, espero que todo salga bien y que pronto tu mamá esté haciéndoos pasteles y alegrando vuestra vida con su presencia.Suerte***

paolav dijo...

DaliaNegra: muchas gracias por tus palabras del corazón. Voy a tu casa.

Camila González dijo...

Fuerza Paola. Hoy rezaré por tu mamá. Y tranquila, que ya todo pasará.

Un abrazo.

paolav dijo...

Gracias Camila, hoy esperaba verte, tu abrazo siempre me reconforta "amiga".