jueves, 20 de noviembre de 2008

¿Quién llama?

Desde las mareadas olas que nos azotaron
nos
recogemos en la playa, muertas de cansancio
y nos tendemos al sol, húmedas de
dasaires
esperando que se interrumpa nuestro espacio



Nos sentamos en esa banca de viejo metal
nos concentramos en la misa que recreamos dentro
y rezamos un
mantra más allá del lejano oriente
que nos eleve a donde no puedan vernos



Y nos calmamos, de
decires, de pesares,
de temores...nos calmamos
¡Alguien abrió la caja de las cuatro llaves!
ha entrado ¿quién desde adentro vigilaba?



Nadie: ni la desconfiada, ni la herida, ni la niña,
ninguna de ellas se dio cuenta del incidente
¿O ninguna se opuso y actuaron cómplices?
Ya está hecho, la entrada fue vulnerada


¡Habrá que dejarle por nosotras viajar!
¡Habrá que acostumbrarse a su aroma!
y habrá que permitirle bordar el lazo
para que no se turbe, para que no se pierda

Habrá que tejerle un vestido de seda
para abrazarle en las noches oscuras
y un rincón lleno de viejas lecturas
para que nos relate y recree sus penas

Habrá que dibujarle un velero blanco
que zarpe de noche y navegue
por nuestra ternura indecente
por nuestros miedos constantes...




3 comentarios:

Víctor Hugo dijo...

así es la melancolía... hay que dejarla que entre y llene sus espacios merecidos

un beso
;)
VH

mia dijo...

Qué bien escribes,

niña de la tierra de

los copihues....

Besos

paolav dijo...

VH: y hay que dejar que entre el amor, que puede hacernos tanto bien.
un beso.

Mia:
Gracias por visitarme, nos estamos leyendo, besos