Recuerdo haberlo visto y escuchado en la UPLA, con su voz profunda y melodiosa, con esa candencia pausada, que disfrutaba al declamar sus poemas, yo escribía algo parecido a la poesía entonces y sigo haciéndolo.
Ha muerto Gonzalo Rojas, uno de los grandes poetas, no esos de rinconcillos ególatras, de la elite literaria, sino un grande ¿Por qué? Porque si escribir es un oficio difícil e inseguro, escribir poesía lo es aún más, es como tratar de entender chino sin decir ni una puta palabra, porque la poesía no se entiende con el intelecto, sino con los oídos, sí ¡Con los oídos! porque lleva una melodía que se escucha con el corazón, debemos cerrar los ojos y escucharla, no sólo leerla, debemos escuchar como es declamada y memorizarla, oír como nos suena y rebota el sonido en nuestro pecho, entonces "el verso tendrá sentido", nos interpelará y se posará en nuestra boca.
Les dejo uno de sus poemas y el link donde aparece su antología y hasta grabaciones de su voz:
La palabra placer
La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo la palabra placer
cayendo del destello de tu nuca, fluyendo
blanquísima por lo vertiginoso oloroso de
tu espalda hasta lo nupcial de unas caderas
de cuyo arco pende el Mundo, cómo lo
músico vino a ser marmóreo en la
esplendidez de tus piernas si antes hubo
dos piernas amorosas así considerando
claro el encantamiento de los tobillos que son
goznes que son aire que son
partícipes de los pies de Isadora
Duncan la que bailó en la playa abierta para Serguei
Iesénin, cómo
eras eso y más para mí, la
danza, la contradanza, el gozo
de olerte ahí tendida recostada en tu ámbar contra
el espejo súbito de la Especie cuando te vi
de golpe, ¡con lo lascivo
de mis dedos te vi!, la
arruga errónea, por decirlo, trizada en
lo simultáneo de la serpiente palpándote
áspera del otro lado otra
pero tú misma en la inmediatez de la sábana, anfibia
ahora, vieja
vejez de los párpados abajo, pescado
sin océano ni
nada que nadar, contradicción
siamesa de la figura
de las hermosas desde el
paraíso, sin
nariz entonces rectilínea ni pétalo
por rostro, pordioseros los pezones, más
y más pedregosas las rodillas, las costillas:
-¿Y el parto, Amor,
el tisú epitelial del parto?
De él somos, del
mísero dos partido
en dos somos, del
báratro, corrupción
y lozanía y
clítoris y éxtasis, ángeles
y muslos convulsos: todavía
anda suelto todo, ¿qué
nos iban a enfriar por eso los tigres
desbocados de anoche? Placer
y más placer. Olfato, lo
primero el olfato de la hermosura, alta
y esbelta rosa de sangre a cuya vertiente vine, no
importa el aceite de la locura:
-Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma.
Para Cristina Grau y René de Costa.
Del Relámpago 1984
http://www.gonzalorojas.uchile.cl/
5 comentarios:
No lo sabía me acabo de enterar en tu blog.
Siempre nos quedarán de legado sus poemas.
D.E.P.
Un beso.
Que descanse en paz el maestro..
Un abrazo
Saludos fraternos..
Una de los mejores poetas nos ha abandonado, y deja a no dudarlo un gran vacío literario, encontrar alguien que se le asemeje va a ser muy difícil sino imposible. Un gran abrazo
Una pena cuando estas personas se van, aunque, afortunadamente, nunca lo hacen del todo, siempre nos queda su obra.
Un beso, Paolav.
Muy bonita entrada, y una suerte la tuya poder haberle escuchado.
Un beso fuerte!
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