El Presentimiento

Si yo tuviera el corazón,

el corazón que di;

si yo pudiera, como ayer,

querer sin presentir...

ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

Alguien me dijo - ¡las mujeres son brujas! -

Ella sintió esa angustia que sabe a recuerdo malo... cuando encontró una señal, una nota, un rastro, algo. En realidad ella no encontró nada; sólo tenía un presentimiento, un olor a mentira, pero no, no era una mentira, era un olor a verde falsedad, que se siente sutil, deslizándose debajo de la puerta en una palabra, no es que él le hubiese mentido, sólo no se lo había dicho (pecado de omisión)... algunas letras, un ring telefónico y la contradicción casi imperceptible del que sabe mentir. Todo era perfecto, nada hacía prever el desenlace, pero una profecía auto cumplida del fracaso, estaba en el aire de su destino.

Su corazón dio un salto y chocó contra su pecho y casi dolió. ¡Había alguien más! y ese alguien ¡daba lo mismo! la gran tragedia era que se rompería el hechizo y que ella se alejaría, sin más ¿por qué? ¿no sería mejor comprender y luchar? ¿no sería mejor quedarse e intentar? ¿preguntar? Antes, en otro tiempo, lo habría hecho; mas ahora, ahora que el reloj avanzaba más rápido, ahora que sólo le quedaba un puñado de lágrimas por derramar, ahora no tenía más tiempo.

Sólo le quedaba, como era costumbre, dar un paso al lado y seguir, seguir buscando o que la busquen.